El ayer se hizo hoy y el futuro se paró hoy al no tenerte entre nosotros. Y aunque hoy ya no estés aquí, tal vez nos puedas oír. Las despedidas son tristes. Más aún cuando te fuiste tan pronto, dejando atrás una vida de una enorme dimensión humana. Quién nos iba decir que después de tres décadas de lucha por la vida rural y por tu tierra ibas a irte casi sin avisar, dejando ‘tus pueblos’ con tal sensación de vacío.
Todos los que te conocimos, sufrimos por tu muerte, y recordamos ese miércoles 20 de abril con infinita tristeza y pena por tu familia y seres queridos. Y es que hoy nos asaltan los misterios más profundos de nuestra existencia, lo efímero de la vida y lo frágiles que somos. ¿Por qué tú? ¿Por qué de esta manera tan silenciosa, sin decir nada y ninguna queja?
Todos los que compartimos momentos en tu compañía sabemos de tu enorme amor. Amor por tu marido, Paco; y por tus hijos, Carlos y Sara. Amor por tus compañeros de trabajo, a los que siempre recibías con una sonrisa y tratabas de ayudar. Tampoco te olvidabas de recibir con los brazos abiertos a cada una de las personas que llegaban para unirse al equipo del Colectivo Tierra de Campos para que se sintieran integradas desde el primer momento.
El Colectivo está lleno de recuerdos tuyos. No en vano, tu trabajo incansable te llevó a ser parte de la entidad durante 31 años y convertirte en la persona de mayor antigüedad de todas las que formábamos parte. No dejan de venirse a nuestra memoria un sinfín de recuerdos y anécdotas cargadas de nostalgia de todos estos años juntos.
También amor por tus vecinos y tu pueblo, Tordehumos, al que adorabas. Íntegra y sensible mostraste un compromiso activo por mantener vivo el lugar que te vio nacer, algo de lo que dan cuenta tus años como concejala y al frente de asociaciones locales. Reflexiva y con una actitud repleta de convicciones, derramaste generosidad por los cuatro costados para que la vida de todos los ahumados fuera un poco mejor. Porque creías en la gente y te gustaba mejorar la vida de quienes te rodeaban.
Esa sonrisa que llevabas en la cara, tu humor, tu amabilidad y tu buen hacer como trabajadora no la olvidaremos jamás. No nos dejes de acompañar desde allá dónde estés y guárdanos un lugar para que en un futuro –a fin y al cabo todos somos tiempo- nos volvamos a encontrar con tu alegría, tu cariño y tu buen hacer.
Permanecerás en nuestras memorias y en nuestros corazones y reviviremos día a día cada una de las historias de tantos años como compañeros y amigos. Tu recuerdo es algo que pervivirá para siempre y que nadie nos podrá arrebatar. Gracias por tu ejemplo y amistad.
En memoria de Carmen Álvarez García, compañera del Colectivo para el Desarrollo Rural Tierra de Campos fallecida a los 51 años.