Encuentra la Ruta perfecta para ti
Una guía fotográfica para que disfrutes de nuestras rectas.
Curiosa entrada ésta, directamente del campo profundo a un símbolo de la civilización. Una tremenda recta de 19 km nos lleva hasta Villalpando, tomando la salida 234. Desde ahí cogemos, girando a la derecha, la CL-612, que es una recta de 5,3 km hasta Villamayor de Campos. No abandonaremos ya esta carretera hasta Medina de Rioseco. Otra recta de 12 km llega hasta Villafrechós, pasando por Santa Eufemia del Arroyo. Desde Villafrechós seguimos 14,6 km por la comarcal CL-612 hasta Rioseco, bonito tramo sinuoso con pequeñas rectas rodeado de campos. Perfectamente puedes pasar por Peter Fonda y Dennis Hopper en “Easy Rider”, más si te pones como música de fondo la mítica “Born to be wild”.
Tordehumos:
Este término tiene un curioso origen del que coge su topónimo. En torno al siglo X a esta villa se la conoce como Autarium fumis, la torre desde la que se emiten señales de humo, por lo que se hallaba en un lugar elevado. Fue en este lugar donde se erigió el castillo defensivo de la población.
En el año 1194, se firmó en esta villa el llamado «Tratado de Tordehumos» entre los monarcas Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León por medio del cual se ponía fin a la disputada frontera entre ambos reinos, deseosos de ocupar las fortalezas del contrario. Este tratado, junto con la posterior unión entre el monarca leonés y la hija del castellano, materializaron la unión de los reinos en la persona de Fernando III «El Santo» (1230).
Con anterioridad, esta zona ya estuvo poblada por culturas como la vaccea y la romana
La primera parada que hay que hacer al llegar a Tordehumos, es en la Plaza Mayor, donde aparte de observar construcciones típicas del pueblo, podremos consultar y pedir información en su Oficina de Turismo.
Según salimos de la plaza, la primera calle a mano derecha nos va a conducir hasta el primero de sus edificios más destacados como es la iglesia de Santa María la Sagrada, una construcción renacentista del siglo XVI, de pobre arquitectura exterior que guarda en el interior verdaderas maravillas como pueden ser su magnífica bóveda de cañón, el retablo mayor del año 1.548, varios retablos laterales platerescos, un Cristo de Francisco Giralte y una Inmaculada del taller de Gregorio Fernández.
La calle que parte hacia la derecha, nos llevará rectos hasta la segunda de sus iglesias, la de Santiago, también del siglo XVI, con elementos mudéjares como el púlpito, el artesonado y el coro alto a los pies, tallados en madera. Destacan sobremanera hasta cinco retablos, algunos barrocos, y una interesante escalera de caracol para acceder a la torre. Sólo es visitable en los meses de verano a través de la Oficina de Turismo a diferencia de la de Santa María que durante el invierno ofrece la posibilidad de ser visitada en las horas de culto.
A las afueras de la villa se encuentra la Ermita del Santo Cristo de la Vega, un edificio barroco que alberga restos de un primitivo emplazamiento, con un estupendo arco mozárabe del siglo X. En la explanada que rodea el monumento podemos deleitarnos con la tranquilidad que nos ofrece el merendero instalado allí
Por último, quizá el más importante, a nivel histórico y que además está declarado Bien de Interés Cultural, es el Castillo del siglo XII. Son sólo restos de algunos de sus muros exteriores, ubicados en lo alto de un pequeño cerro, desde el cual se divisan en los días claros amplias panorámicas, llegando incluso a verse la Cordillera Cantábrica.
El resto del recorrido, por calles pequeñas y estrechas, conviene realizarlo de forma tranquila y pausada con el fin de poder llegar a ver las cuatro casas con escudos nobiliarios que se dispersan por el casco antiguo
Un pueblo cargado de historia como este, no podía dejar pasar por alto un rinconcito donde a la gente se la haga soñar por un momento y trasladarla a épocas más antiguas. Es el Ecomuseo, una vieja casa de labranza rehabilitada que guarda la fisonomía de las casas del siglo XIX. Es una forma de conocer el modo de vivir de herreros, albañiles, carpinteros, zapateros, curanderos y/o lavanderos, representados a través de sus útiles más característicos, sin dejar de lado las estancias típicas de la casa. Se puede visitar los domingos de 12 a 14 horas, y cualquier día de la semana a través de la Oficina de Turismo.
http://www.provinciadevalladolid.com/es/tordehumos/cultura-patrimonio
Pozuelo de la Orden:
Pozuelo de la Orden perteneció a la orden de Santiago, de ahí su nombre. Destaca la Ermita de Santa Ana, del siglo XVII, ubicada a medio kilómetro del pueblo, y donde se guardan auténticas joyas. Según se entra, lo primero que encontramos es el coro con artesonado de madera decorado con flores situados sobre casetones hexagonales. Posteriormente, hacia el frente descubriremos un viejo retablo del siglo XVII que merece la pena detenerse a contemplarlo
Y basta con levantar la cabeza para descubrir un magnífico artesonado de madera de Ignacio Cortés, decorado con tarjes ovalados y en el que son representados con policromía, secuencias del Antiguo Testamento. El edificio está declarado Bien de Interés Cultural y puede visitarse contactando con el Ayuntamiento.
La iglesia actual es de ladrillo mereciendo ser visitada ya que alberga la imagen románica de Santa Ana, que se encontraba en la ermita. En las afueras del pueblo se encuentran tres pequeñas lagunas pobladas con algunos patos, desde donde se observa una preciosa panorámica.
“Pozuelo de la Orden en la ruta de San Isidoro” D. José Cubero Garrote.
Cabreros del Monte:
Pequeño pueblo con gran historia, pues aquí se firmó el “Tratado de Cabreros” el día 26 de marzo de 1206 , que fue suscrito por los reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León. Mediante la firma de dicho tratado se pretendía poner término a las disputas existentes entre los reinos de Castilla y de León por la posesión de las fortalezas que habían constituido la dote de la reina Berenguela de Castilla, hija de Alfonso VIII de Castilla y esposa de Alfonso IX de León, de quien el monarca leonés se había separado en el año 1204.
Merece la pena darse un paseíto caminando para respirar e imaginarse en esa época.
“El Tratado de Cabreros” D. José Cubero Garrote. 2016.
Cotanes del Monte:
Pequeña localidad de la provincia de Zamora, perteneciente a la Mancomunidad Intermunicipal del Raso de Villalpando. Su edificio más notable es la iglesia de San Pedro Apóstol, románica, del s. XII. De su interior destaca su retablo mayor barroco y una cruz parroquial de plata con cepa redonda, ambos del s. XVII. Fue edificada por el señor del Campo de Toro, quien se la donó al obispo don Pelayo de León en el año de 1073.
Villalpando:
Es una de las localidades importantes de Zamora, con unos 1500 habitantes. Se cree habitada desde el 500 A.C. por vacceos.
La gran riqueza histórica del pueblo se evidencia en la multitud de monumentos que esconden sus calles. Destacan entre ellos los restos de las imponentes murallas y fortificaciones de las que sin embargo se conservan dos de las puertas monumentales, «la puerta de San Andrés» o “Puerta Villa” y la «puerta de Santiago», así como el «castillo de los Velasco».
Igualmente debe ser destacada la «iglesia de Santa María la Antigua» del siglo XII, en ruinas desde 1933 y monumento histórico-artístico nacional desde 1935, de la que se mantiene el majestuoso conjunto de la cabecera triabsidial, la potente torre del campanario (realizada sobre el lienzo de la muralla), y restos de sus muros y pilares, así como de sus pretiles (espacio singular del pueblo conocido como «los Petriles»), que evoca la ‘Porta Nigra’ de Trier (Tréveris) en Alemania, y la iglesia de san Tirso en Sahagún (León).
Dentro de los grandes monumentos del pueblo debe ser nombrada la gran «Plaza Mayor», de más de 2.000 m², espacio rectangular porticado que incluye el «Ayuntamiento del municipio».
De gran interés son el «convento de San Antonio de Padua» (de Clarisas), el «hospital del Espíritu Santo» y las iglesias de «San Nicolás de Bari» (último cuarto del siglo XII), arruinada en 1989 y reconstruida en la actualidad, «San Pedro», fundada en el último cuarto del siglo XII, de cuya construcción sólo resta el muro del altar y los inicios de la espadaña (originariamente una torre-campanario de la muralla, como la de Santa María), construida en su mayoría, sin embargo, poco después, durante el primer cuarto del siglo XIII, el monasterio de San Lorenzo, probablemente del primer cuarto del siglo XIII, situado extramuros, arruinado totalmente sólo conserva la torre de su iglesia, quizá obra defensiva del último cuarto del siglo XII,y, finalmente, «San Miguel», en ruinas aunque con restos de su espadaña y naves.
Villamayor de Campos:
Situada en una llanura fértil a orillas del Valderaduey, su término cuenta con varias lagunas.
Cuenta con dos iglesias, San Esteban, en la que destaca capilla mayor, cubierta con una excepcional armadura mudéjar (siglo XVI) construida siguiendo los cánones de la carpintería de lo blanco. Desde 2012 alberga el Centro de Interpretación de la Carpintería de lo Blanco, gestionado por la Asociación de Amigos de San Esteban.
y Santa María del Castillo, llamada así por su proximidad a la fortaleza con que contó el pueblo. Además, tiene dos ermitas: la Virgen del Socastro y la Vera Cruz.
También interesantes las bodegas agrupadas en el paraje del Teso de las Bodegas, que forman, con sus portadas y zarceras de curiosas formas, un extraño y sugerente paisaje cruzado por rojizos senderos.
Santa Eufemia del Arroyo:
Triste historia de su iglesia, cuyo abandono terminó en derrumbe y de ella sólo conserva la torre, a la que se anexionó una estancia de nueva construcción habilitada como parroquia, además de una sala multiusos en el piso superior.
Villafrechós:
Campos de cereales y girasoles por donde pastan grandes rebaños de ovejas decorados por una vegetación que sobrevive a las altas temperaturas veraniegas. Restos arqueológicos prehistóricos y romanos en los pagos de Zalengas, El Picón, Villalumbrós y Curieses nos demuestran que esta zona ha sido habitada “desde siempre”. El camino nos conduce por una tierra llana e infinita, una hermosa Tierra de Campos, que, entre sus suaves oteros,
nos deposita en la Ermita de Nuestra Señora del Cabo, patrona de Villafrechós, del siglo XVI, construida en ladrillo y adobe, con retablo rococó del siglo XVIII. Paja, adobe y tejas, antes de entrar por las calles del pueblo, que nos llevan por el ábside y soportal de la Iglesia Parroquial de San Cristóbal, de los siglos XV-XVI, construida en piedra, ladrillo y tapial, con retablo rococó del siglo XVIII.
Disfrutamos de su entorno y de su esbelta y maravillosa torre mudéjar, rodeada de inscripciones y escudos en sus abundantes casas solariegas. Viviendas, calles y plazas van conformando el trazado urbanístico del pueblo. Nos acercamos hasta su fuente, pilón y lavadero entre casas más modernas, con fachadas sencillas y bien adornadas, saltando entre nobles fachadas de piedra y portentosos escudos nobiliarios que marcan los linajes de antiguas familias ricas y adineradas. Atravesamos el Real Monasterio de Santa Clara fundado en 1406 por Doña Urraca de Guzmán, señora de Villafrechós; con importante retablo rococó del siglo XVIII y sus robustos muros para ir calmando nuestra sed en otra de las fuentes del municipio. Comenzábamos entre adobe y tejas y finalizamos entre ellas para despedirnos de Villafrechós con la mirada puesta en su torre, que cobija un sinfín de colores y destellos y nos abandona y expulsa a esta formidable llanura castellana.
No os marchéis sin probar las almendras garrapiñadas y los quesos y embutidos artesanales.