Andrea camina sola por la calle, son las 12 de la noche, acaba de salir de trabajar, apenas hay gente ya, aprieta el paso y se asegura de llevar las llaves de casa en una mano y el móvil con el número de su amiga en la otra. Abre el portal, coge el ascensor y cuando llega cierra la puerta de casa, respira tranquila y manda el Whats App a su compañera de trabajo “Ya en casa”.
Ocurre más frecuentemente de lo que pensamos. El acoso callejero está en todas partes. Es una forma de violencia machista socialmente aceptada y muy arraigada, ante la cual, se enseña a las mujeres a protegerse. Casi todas las mujeres reconocen haberse sentido intimidadas en alguna ocasión, reconocen el miedo del que hablamos.
Nieves de 44 años (nombre ficticio) explica que tomó la decisión de apuntar a su hija de 13 años a un curso de defensa personal para que adquiera las herramientas necesarias para protegerse en caso de necesidad. “En breve comenzará a salir de noche y no quiero que le pase nada”.
Y yo me pregunto, ¿No sería mejor educar a los niños/hombres a respetar en vez de enseñar a las niñas a tener miedo y protegerse?
La psicóloga, antropóloga y escritora Mary estadunidense tenía razón al decir que “Los jóvenes tienen que ser socializados de forma tal que la idea de violar a alguien les resulte tan impensable como el canibalismo”
Desde la Asociación Colectivo para el Desarrollo Rural de Tierra de Campos, trabajamos por la prevención de la violencia contra las mujeres mediante la realización de diversos talleres y actividades que de manera transversal se realizan por el territorio de Castilla y León.