El 15 de octubre es, desde hace 10 años, el día internacional de las mujeres rurales, un día para visibilizar la doble discriminación a la que nos enfrentamos por ser mujeres y por vivir en el medio rural.
Las mujeres rurales representamos más de un tercio de la población mundial. A pesar de que el 30% de las explotaciones agrarias y ganaderas las gestionamos y las trabajamos las mujeres, en la mayoría de los casos solo aparecen como titulares de las mismas, a ojos de las administraciones, nuestras parejas, Lo cual invisibiliza el trabajo real que desempeñamos. Pero el 15 de octubre no es solo el día de las mujeres agricultoras y ganaderas, sino que es el día de todas las mujeres que trabajamos en el medio rural, que emprendemos en el medio rural, que participamos y nos asociamos en el medio rural, que criamos a nuestras hijas e hijos en el medio rural. De todas las mujeres que, en definitiva, vivimos y damos vida al medio rural y que sin embargo aún no estamos totalmente representadas ni en nuestros ayuntamientos, ni en las asociaciones profesionales ni en las cámaras agrarias.
Queremos empoderarnos y empoderar a nuestras hijas para, desde una perspectiva feminista y de paridad e igualdad, lograr un cambio que nos haga visibles en este medio rural en el que vivimos. Un medio en el que brilla el sol y fluye un aire limpio y sereno, pero que también puede llegar a ser asfixiante debido a la falta de equidad y a los marcados roles de género que aún son discriminatorios. Es vital trabajar para eliminar las desigualdades y conseguir una participación real y eficaz.
El medio rural, nuestro medio rural, es una oportunidad de empleo, de emprendimiento, no sólo laboral, también personal, es un buen sitio para vivir y por ello queremos quedarnos en nuestros pueblos y que nuestros derechos fundamentales y el acceso a los mismos sean como los de las personas que habitan en las ciudades.
Por todo esto, exigimos a quienes gobiernan la aplicación de acciones laborales, educativas, sociales y culturales con fecha de ejecución y presupuesto económico. Acciones consensuadas y participativas que conviertan al medio rural en un lugar deseable para que las mujeres trabajemos, vivamos y sigamos eligiendo quedarnos en nuestro pueblo.